"Quiero borrar su nombre por fin de mi memoria y, sin embargo, volver a verlo. Verlo una vez ms!"
Todos los caminos estn abiertos.
Annemarie Schwarzenbach
Creedme, no hay dos volcanes iguales aunque se parezcan pero todos tienen el mismo irresistible atractivo, el de su geolgica relacin con el origen del mundo, el de su mtica conexin con los infiernos que, a fin de cuentas, viene a ser un poco lo mismo. Por eso nos gusta asomarnos a su borde.
As sucedi con el Damavand, la montaa ms alta de Irn, el volcn ms alto de Asia cuando la viajera suiza lo vio humeante en 1938. As nos pas a nosotros cuando emergi entre las nubes a comienzos de este verano humeando todava.
Habamos llegado la vspera, de noche, desde las lluviosas orillas del mar Caspio y, visto al amanecer a travs de la ventana de nuestra habitacin en el albergue de Polour, hizo honor a todas nuestras expectativas.
Y eso debi ser todo; pero quisimos ms y subimos.
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Quienes llevan muchos aos subiendo montaas cercanas siempre han visto otras muy lejanas, muy altas y muy difciles como patrimonio exclusivo de las lites del alpinismo. Pasados los aos, quiz con menos fuerza pero con el mismo entusiasmo, con ms tiempo y ms dinero, descubren que tambin pueden ir a lugares lejanos y desconocidos a subir montaas altas y hermosas, a la medida de sus modestas aspiraciones.
Sabamos que Irn es un destino poco atractivo como Repblica Islmica, pero nos hipnotizaba la antigua Persia. Enseguida comprobamos lo que tantos nos haban dicho, que sus gentes son amables, educadas, hospitalarias y curiosas en extremo. Y descubrimos que Irn es una meseta reseca como un fsil pero tiene montaas de verdad, altas y nevadas.
Adems del Damavand, el volcn que atrae a la inmensa mayora de los montaeros que visitan este pas, hay numerosos cuatromiles rodeados de ... seguir leyendo »