Me sumé al diálogo con los ojos cerrados. Y al hacerlo mi pensamiento se fue uniendo al grupo como cuando el quebrantahuesos al elevar sus alas se ve arrastrado por las corrientes hacia un placentero planeo sin dirección. Sin embargo pronto me di cuenta de que en esta ocasión, la cima del Pison, no era el lugar más cómodo para entablar una larga y amena conversación. El fuerte viento que dotaba de sencillez al vuelo de los buitres, secuestraba sin cortapisa alguna las palabras que fluidamente componían la alegre charla que manteníamos con la cordada de franceses que como nosotros mismos, habían elegido el sol tempranero de esta cima de Riglos en lugar de las aguadas y escasas nieves de los montes pirenaicos.
Estoy helada, tiritando y nerviosa. Inquieta, quiero correr mas rápido de lo que las cuerdas gemelas, pacientemente enredadas entre sí, me dejan. Pronto estaré allí abajo al abrigo de este atípicamente caluroso sol de invierno…
Algunas semanas atrás, a principios ... seguir leyendo »