A pesar de la pequeña conmoción sobrevenida por la incontrolada caída, mi sonrisa acompaña a una felicidad tan vigorizante, tan extasiarte, hasta un tanto arrogante, que los restos de nieve en forma de pelusilla graciosa que recubren desordenadamente mi rostro, se deshacen paulatinamente en joviales gotitas de agua cristalina rodando cosquilleantes por mis dos mejillas y dejando entrever el aura brillante y especial que desprenden mis ojos a pesar de estar inmersos en la búsqueda de sus inseparables compañeros. Repentinamente, chocan contra los cristales oscuros de las gafas de sol de Rikar. Una y otra vez se esfuerzan en traspasar esta inesperada oscuridad en busca del ansiado abrazo. Aturdidos renuncian al encuentro físico. A pesar de este pequeño contratiempo, ellos imaginan y hacen realidad en estas dos hermosas perlas recién desveladas del fondo del mar el chispeante brillo de complejidad al que unirse para siempre jamás.
La reciente esquiada de una pala larga, empinada y virgen ... seguir leyendo »