En los Pirineos, las cimas de tres mil no suelen ser visibles desde las zonas bajas, a excepción del macizo del Perdido, que destaca y se asoma desde múltiples lugares. El perfil de valles más abiertos que lo rodean facilita estos magníficos panoramas. Desde muchos sitios con alturas bajas puedes observar las cumbres más altas. No creo equivocarme al afirmar que por aquí encontramos algunas de las mejores vistas de la cordillera.
Desde mi habitual refugio espiritual en la zona, durante el invierno, voy recorriendo los diferentes lugares, los miradores que tienen una buena perspectiva para fotografiar estos paisajes magníficos. Esta temporada hemos tenido una meteo anómala, cálida y más bien seca que no nos ha aportado casi nieve hasta el final, hasta el principio de la primavera. Ha tardado, pero al final ha llegado, cambiándonos un paisaje deslucido por una visión mucho más invernal.