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Con la llegada del invierno y de las primeras nevadas, sin haber apenas disfrutado de un otoo inexistente climatolgicamente hablando, ya escucho a mis crampones rechinar dentro del armario de los trastos.
Y es que se echa ya de menos escuchar el hielo crujir bajo los pies armados, los ronquidos de algn compaero de cuerda y los madrugones sin adjetivo que llegue a definirlos en toda su dimensin.
Ha sido un verano de bastante deportiva sin grandes logros, y con la llegada del fresquito, le dimos otro poco a la adherencia, o la tambin conocida modalidad: no busques que no hay.