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Das de recuerdos, personajes interesantes que pasaron y que aun estn, curiosamente muchos de ellos relacionados con el mar.
Atardeceres con soles anaranjados, nubes horizontales dibujando el horizonte, montaas de modestas alturas, barcos navegando en mares tranquilos.
Noches estrelladas y templadas, sinsabores de madrugadas interminables.
Vuelvo a concentrarme en la pared, tengo que asegurar la jugada.
Amigos que se marchan, gente que vuelve, rocas de colores maravillosos, dormir en la intemperie, mirar la sombra del olivo reflejada en la luz de la luna llena.
Das fros, nieves luminosas, deslices exagerados.
Nada es comparable al caer de los copos con parsimonia, al calor del hogar en una noche solitaria de Enero, de una mirada a la ventana y la visin de la niebla acercndose con lentitud.a cmara lenta.
Descensos a la llanura, rboles de flores rosadas, vuelta de las luces. Sigo mirando el color de la arena, las olas romper en la costa, recuerdo la barca en la que trabaj y al viejo patrn, pinchazos de escamas duras, dureza sin compasin.
Retornos con sabor a cava, llegadas en amaneceres de tormenta, vientos fuertes y cielos grises.
Dibujos en la nieve, trazas en el hielo, pasos en la hierba.
Nuevos aires, nueva gente, nuevo paisaje, nuevas perspectivas.
Arrogantes en las maquinas de potencia, cruces de miradas absurdas.
Calma, regreso, melancola y meditacin.
Desde esta modesta atalaya, me vienen a la mente los pensamientos, antes de emprender el descenso por el estrecho corredor, ajusto las botas y la mochila y ahora si, ahora me concentro en los dos primeros virajes, la nieve se vuelve "rara" en la mitad y un derrape, soluciona el momento, una placa de poca dimensin se rompe bajo mis pies, respiracin honda y salto de nuevo, la pendiente se suaviza.