Atencin

Primavera en Baltistan (Karakorum)

     

, 10:23

Mujeres

Publicado por Felix Baltistan  |  0 comentarios






Por ms que lo haya visto sin excepcin en todas en todos aquellos lugares del planeta por los que he tenido oportunidad de viajar, no dejo de sorprenderme por el consenso que todas las culturas han logrado para sojuzgar, domesticar y humillar a la mujer. En un tiempo -que en realidad es toda la historia del ser humano-, en que la norma es el conflicto y el enfrentamiento por cualquier causa, ya sea poltica, religiosa, econmica o de cualquier otra ndole, lo nico en que todos los pueblos del planeta se ponen de acuerdo es en someter a la mujer, hacer de su cuerpo y de su vida una propiedad privada masculina, destruir su autoestima y, si se puede, invisibilizarla.

Existen grados, es cierto, no en todas partes la presin y el acoso a que se ve castigado el gnero femenino es igual de grave, pero ya sea en Noruega, Afganistn o Ecuador, en Alemania o en Zambia, en Euskal Herria o en Tailandia, lo cierto es que ninguna mujer se ha librado en algn momento de su vida de haber sentido que era menos que nada.

Baltistn no es ninguna excepcin. En estos valles encerrados entre alturas inconcebibles, las mujeres trabajan la tierra, paren, acarrean el agua, se encargan de la crianza, buscan y acarrean la lea, lavan, cocinanLos nios juegan en las calles, al aro, al cricket, a montar en bicicleta, a colgarse de las ramas, a coger, incluso a bromear con los europeos y las europeas que rompen por unos das la rutina; las nias las nias simplemente no juegan, al menos no en la calle, la calle no es para ellas. Si lo hacen en las casas no lo s, pero en la calle poco, por no decir nada. Pasean, van a la compra, cargan con hermanos y hermanas ms pequeas, trabajan ms o menos dependiendo de la edad, guan a las cabras o a los yak, pero jugar?

Los nios tambin trabajan de vez en cuando, pero juegan; y los hombres forman el consejo de notables, por supuesto, y de su sexo son los mul o jefes religiosos, y son los cabeza de familia, incluso tambin trabajan, desde luego, pero disfrutan de largos momentos de ocio y disponen casi a su capricho del tiempo de los y las dems.

En realidad, la familia en estas y en otras muchas tierras, es una suerte de comunidad de intereses donde cada pieza tiene su lugar y su funcin, desde el nio a la vaca, desde el hombre a la mujer, donde cada cual no es libre de su propio destino y todo se circunscribe a los intereses del grupo lierado por el padre. Y en este contexto, a la mujer le toca el peor papel: procrear, cuidar y trabajar, estando a plena disposicin de la familia que puede decidir que se queda en casa para atender a la vejez de los padres y las madres o que se la vende en matrimonio.

Lo peor de todo esto es que Baltistn no es la excepcin y que de original tiene poco. Y las causas hay que buscarlas, una vez ms, en la conjuncin de dos factores clsicos: una cultura patriarcal y una interpretacin religiosa represora sobre la mujer que viene a dar corpus tico y legal a una situacin discriminatoria de facto. Nada nuevo bajo el sol. Claro est que tambin una vez ms, el peso principal de la economa de la comunidad recae sobre la mujer.

Conscientes de esto, toda ONG de cooperacin al desarrollo sabe que cualquier proyecto que quiera tener visos de xito a largo plazo, que sea sostenible y duradero, tiene que empezar por empoderar a las mujeres de la comunidad con la que trabaja. Cualquier cambio real comienza por este principio o acaba, tarde o temprano, por darse de morros con l.

Por eso hemos estado con Ftima, una mujer joven que te mira no sin cierto pudor pero a los ojos, que habla balt, urdu y que aprendi ingls por su cuenta, que decidi estudiar y no casarse, y que ha sido la primera mujer de Machulu en hablar en pblico frente a autoridades gubernamentales y frente a sus propios vecinos y vecinas. Hoy es la coordinadora del Vocational Centre de la Fundacin, una especie de centro de promocin de la mujer que busca, sobre todo, dotarles de un espacio donde sentirse ellas mismas, donde poder autogestionar sus recursos y desde el cual puedan ir tomando conciencia de su papel.


En la foto, Sarai, responsable de genro de Flix-Baltistn,
 y Ftima, coordinadora del Vocational Centre de Machulu.



No es sencillo, es ms, quizs sea sta la desigualdad ms profundamente arraigada y justificada entre unos bpedos que se autodenominan inteligentes. Los cambios son lentos, a veces desesperantes, y siempre tremendamente frgiles y reversibles. En no pocas ocasiones hay que luchar contra la reaccin de las propias mujeres, la parte ms inculta, vulnerable y dbil de la comunidad, incapaz de visualizar su situacin y reticente a cambios que a veces no comprende.



Pero se van dando pasos. Hoy la escuela en Machulu es mixta y, en algunos cursos, las chicas superan en nmero a los chicos. La presencia de la mujer en los proyectos de la fundacin, instigada por ella, es cada vez mayor y se va avanzando en los programas de salud femenina. Poco a poco se van viendo algunos cambios que gusta pensar son un indicio de esperanza, aunque muchas mujeres sigan embozando su sonrisa y la mayora an se escondan frente a una fotografa.



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Sobre este Blog
Blog creado por Felix Baltistan el 06/04/2011

El periodista Xabier Bauelos nos narra el da a da del equipo de FBF en su viaje a Baltistan en primavera de 2011.


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