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Hace dos dcadas, vuestro Cronista, a la sazn currante por cuenta ajena (a título oneroso, no vayáis a pensar que toda mi vida he trabajado por puro amor al arte), solía aprovechar sus desplazamientos de varios días por las regiones peninsulares para dedicar, antes de regresar cual mochuelo a su olivo, media jornada al menos para practicar el "agroturismo". No el que unos años despus se pondría en boga, entendiendo como tal el pasar uno o dos días en una casa rural (entonces o no existía tal embeleco o estaban incipientes estos alojamientos), sino referido al medio: al campo y a los paisajes campestres por contraposicin al medio urbano.
Y así pate numerosos parajes, y muchas de aquellas "expediciones" sirvieron de cata para incursiones posteriores con el somatn edutoursiano (vulgo Cronopios). Algunas, no obstante, y por diversas razones, quedáronse en el baúl de los proyectos. Vamos a rescatar al menos una.
En el ya lejano (¡snif!) año 1998, me detuve en la muga de Ciudad Real con Toledo, en las cercanías de Villarrubia de los Ojos (1) para explorar la Sierra de la Calderina, hermoso enclave de los Montes de Toledo. Quería alcanzar un pico de curioso nombre: Colmillo del Diablo (aunque en algunos mapas de esos años se denominaba aún más extrañamente: Colmillo del Diablo Desesperado: en realidad se trata de dos picos contiguos, uno es el Colmillo del Diablo y el otro el Desesperado).
El caso es que, a pesar de las "vallas cinegticas", algunas de las cuales estaban precisamente en fase de instalacin, conseguí llegar hasta la base del citado pico, tras dejar atrás otro pico, diez metros más elevado: el Torren. Sin embargo, el hecho de ir caminando en solitario y que para hacer cumbre era necesario subir por una canal un poco precaria, me aconsej explorar otra vía dando la vuelta al cerro. Cuando estaba a punto de lograrlo, la maldita valla hizo que me quedara a diez metros escasos de la cima (por el canalizo, en cambio, no había valla).
Recuerdo muy bien aquella incursin, porque al regresar a mi coche, y en plena faena de cambiarme de ropa (es decir en camiseta y calzoncillos) apareci una patrulla de la Guardia Civil a quien debía haber alertado un desconfiado tractorista al que salud al iniciar la andadura por considerarme sospechoso de furtivismo (¡menuda paradoja!). Despus de pedirme la documentacin, me revisaron maletero y pertenencias, y como venía de viaje, el equipaje. Fueron a encontrar un machetín que por entonces solía llevar cuando caminaba en solitario: era muy afilado y tenía 21 cm de hoja. Me hicieron notar que estaba prohibido portarlo, aunque lo obviaron cuando aduje que lo llevaba como defensa ante posibles ataques de algún animal. Ellos seguían erre que erre rebuscando armas largas de fuego, y dieron con otro machete , este de medio metro de hoja nada menos, que acababa de traerme mi sobrino de Mxico. El sargento no pudo sino exclamar "Don Enrique, va Vd. forrao". Ese machete lo quería yo para abrirnos paso en los sitios fragosos (lo hemos utilizado en multitud de ocasiones, como muchos de vosotros habis podido comprobar) pero, afortunadamente, no tenía filo (entonces) y alegu que se trataba de un objeto ornamental. Acabaron convencindose que tenían ante ellos un tipo raro, quizá algo excntrico, pero en absoluto amante de la caza y me dejaron marchar con mis machetes tras mantener una charla con el citado sargento que se conocía de memoria las principales cumbres de los Montes de Toledo, gran parte de las cuales ya habíamos hollado. Al final me dijo que si algún día pasaba por Daimiel, en cuyo cuartel estaba su base, tendría mucho gusto en invitarme a un caf. Tengo esta ancdota como una de mis mejores negociaciones comerciales.
Y despus de esta licencia de abuelo Cebolleta, que ruego tengáis a bien comprender, vamos con la descripcin: la ruta en sí no es demasiado exigente, ya que son 13 km, y un desnivel que apenas alcanza los 300 m. Un paseo, vamos. Yo tard entonces 4:30 horas. Por eso, de camino hacia allí, nos detendremos brevemente en visitar el Castillo de Guadalerzas (espero que el DGC evite encaramarse a sus almenas por lo que ya sabis todos).
La fortaleza es de origen árabe y, tras la Reconquista sirvi como hospital para los Caballeros de las rdenes de Santiago y del Temple. La torre del homenaje es proporcionalmente mayor de lo habitual y sobre la entrada hay un escudo del Cardenal Silíceo, del S XVI. En esa poca aloj el Colegio de Doncellas Nobles de Toledo.
Para los CHF, en Urda hay un restaurante (Esteban), que ponen las críticas bastante bien (menú: 15 )
(1) en su trmino municipal reaparece el Guadiana y discurre el río Cigela.