Me siento como en una comilona que por un lado tengo que dejar espacio al postre y por otro sufro porque este parece que no llega a tiempo. Me encuentro planeando en el limbo luchando con mi nariz, que esta revolucionada ante tanta explosión de tentadores olores sobrevenidos de manjares que no los puedo tocar. Pero el tiempo, que en verdad goza de infinita paciencia e incluso de mesurada tozudez, otorgando el lugar adecuado a cada cosa, concede el turno cuando toca, y el ansiado "dessert" llega para mi felicidad en forma de otoño.
Y este ha llegado. Se acabaron los calores que desmotivan todas mis neuronas. Se acabaron los ambientes húmedos que desmotivan todos mis músculos. La actividad vital en mi cuerpo vuelve a nacer. Pero hasta que esto llega, ese entreacto que para mi es el verano, lo tengo que sobrevivir buscando divertimento hasta debajo de las piedras. Al igual que ocurre cuando eliges un menú "degustación", la sorpresa, tanto en negativo como en positivo, esta asegurada y ... seguir leyendo »