Atencin

Hector Sanmiguel

     

, 19:45

Fiesta en el Pamir - Parte 5

Publicado por Hector Sanmiguel  |  0 comentarios




Los sherpa-mongoles tienden a cogerme algo de respeto. El temor espectante hacia mi persona ha dejado paso a un conocimiento consecuente a los das que llevamos juntos. Los yaks y los perros me siguen odiando, mi calor tiende, raramente, hacia lo humano en estos das. Con lo que no sufro pena ninguna al ver un trozo de carne de animales negros y lanudos en mi plato.

Mis pulmones se agitan fuertemente dentro de las costillas al correr al lado de los burros. Esta sufrida e intensa experiencia me ha hundido fsicamente, pero ayudado a ganas unos cuantos enteros respecto a la manada de sherpas que me intentaban lanzar fuera de la serpenteante senda al comienzo del valle. Mis carreras matutinas acompaando a estos animales (los burros), me han proporcionado un buen caldo de cultivo para el reconocimiento de estas rudas personas, nuestras manos se entrelazan al final de los das y nuestras caras ya son conocidas.

La mejor aclimatacin es aquella en la que te ves muriendo rodeado de babas propias y heces ajenas.

Los burros sorprenden con un potencial incalculable en los ascensos, donde retuercen mi sistema cardiovascular hasta lmites insospechados para m. Las bajadas son aqu mi terreno predilecto, los burros miedosos y paticortos, sufren cuando el terreno inclina hacia el ro. All juego un papel primordial y lanzo las zancadas lejos para volver a alcanzarlos y poder ganar algunosmetros hasta el siguiente ascenso. Las competiciones inter-especies son las ms divertidas, sin duda. Es muy fcil ganar cuando el contrincante posee los mismos atributos naturales que uno.


Lo nauseabundo de las letrinas de un campo base no son las toneladas de mierda humana apilada durante meses; lo realmente nauseabundo es que se detecta el punzante olor al desayuno, comida y cena, servidas en el mismo. Yo empiezo a dudar sobre cual de los dos (comida y mierda) va antes en la sucesin de un da cotidiano.
Estoy como en casa. Ya no me acuerdo si nac en otro lugar diferente a este. He subido muchos picos, de todos los colores y sabores; con hierba, tierra, nieve, hielo y glaciares. Tenso dentro de mi tienda planeo mis siguientes movimientos, junto con un dibujo sucio del pronstico del tiempo de hace cinco das, una libreta y una foto borrosa a un mapa. Todo ello aderezado con unos caramelos de naranja, un t y unos terrones de azcar para chupar.


Muchos planes en la cabeza, muchas vueltas al espritu; me dirijo con mi cerebro en salmuera, como de costumbre, impasible y evadido de cualquier estmulo exterior, hacia las letrinas, dispuesto a hacer una visita al monstruo de las galletas. Slo llegue a mitad de camino, sorprendido enormemente por un autntico cadver sostenido como por hilos invisibles desde las mismas nubes. Para m, siempre parecido a un heroinmano de las barranquillas, me acerco por si tiene conversacin o algunos bienes a heredar como caramelos o incluso un piolet.
El yonki-alpinista completamente seco y electrizado en la misma posicin hipntica, se convierte al instante en un
objeto de culto para m, slo deseo tocarlo y ver si est compuesto por arena o por terrones de azcar muy pequeos a los que mi cerebro grita hipoglucmico. El yonki-alpinista se mantiene erguido a media asta, con un cepillo de dientes en el carrillo derecho, como esperndo la muerte o la congelacin. Huyo de all al ver que slo est compuesto de sucia carne humana y dejo que las marmotas desmiebren su carroa.


Tras observar algn que otro muerto viviente ms en la zona, decido escapar hacia algn valle oculto que me aleje de esa masacre de zombies. Los verdes prados dejan paso a la tierra seca, a la arena de las sendas de yaks, las marmotas, las pedrera, los grandes bloques de roca y los glaciares. Temo por mi vida vindome en el mayor glaciar que he cruzado, slo, solamente con un piolet y unos crampones, algo de agua y caramelos de naranja. Mi nica proteccin la conforman un primaloft y un cortavientos que no se cmo an no se ha roto. El glaciar se va cerrando poco a poco y a medida que avanzo las grietas a saltar son menos. Las paredes heladas reflejan la luz de la maana como un espejo y trato de no mirarme mucho auspiciando mi deplorable aspecto. Subo todo el rato sin mirar mucho atrs ni a los lados, la arista es muy larga y se me hunden los pies impidindome correr. Salgo hacia la roca, mi tcnica depurada trepando en roca sencilla sale a relucir y avanzo rpido en tramos de segundo y tercer grado.

Por suerte hoy mi patata parece estar de enhorabuena y no pide salir a ver la luz por la boca. Mis estrechas piernas se mueven giles y avanzo metros hacia el cielo por roca y hielo, a veces ms lento, en general contento.
El viento me abofetea en la cima y parece decirme que baje de all, que le molesto. No recurro a dotes dialcticas ni violentas y salgo de aquel trozo de roca elevada ms rpido de lo que sub. Mientras combato atormentado con la mayor tempestad que he vivido nunca, trato de encontrar el valle para bajar hacia mi tienda. Los ltimos kilmetros creo que no voy a conseguirlo y voy a poder por fin volar, en el cetro de un amable huracn. Mi tienda est a punto de volarse y mi culo hace de peso extra para tratar de complicrselo. Muchas tiendas vuelan por el aire pero si salgo de la ma esta se unir a las dems. La noche ya esta encima y me recupero a base de terrones de azcar y el agua que me ha sobrado, me acurruco en el centro de la tienda y me tapo la cabeza pensando que as no me caer un rayo, aunque estos estn cayendo en los rboles de mi lado.

Pienso en la excelente recuperacin que estoy llevandoa cabo en esta situacin y si morir esta noche alcanzado por una descarga del mismo Zeus, ahora comprendo que las revistas especializadas sobre correr, si, son muy exageradas en el post-ejercicio. Un par de terrones de azucar y un gurruo formado por mi cuerpo dentro del saco son suficientes para recomponerse.



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Sobre este Blog
Blog creado por Hector Sanmiguel el 15/06/2014

http://hectorsanmiguel.wordpress.com Correr por las montaas como poesa. Cuando una imagen ya no vale ms que mil palabras La estupidez de las cimas slo superada por la estupidez de los valles.


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